Tenemos que entender de verdad que la mente no distingue entre la realidad y la ficción. Así que nuestros pensamientos van afectando nuestra biología, empezamos a aceptar esta realidad y se nos va pasando el tiempo sin darnos cuenta de que tenemos el poder de cambiarla si queremos. Claro, mientras más tiempo pasa, más energía hay que invertir para cambiarla, pero es trabajo real es llegar a niveles altísimos de convicción y dedicación. Si quieres cambiar tu propia realidad (¡hasta tu propia personalidad!), debes tener claro hacia dónde quieres ir y qué exactamente es lo que quieres cambiar. Luego, el proceso en sí comienza cuando empiezas a cambiar tus propios pensamientos. Un primer paso es darte cuenta cuáles pensamientos no quieres en tu futuro ser. ¿En qué has estado invirtiendo energía cerebral que no quieres tener más en tu futuro? Es una buena idea hacer una lista de estos pensamientos. Por ejemplo, “estoy gorda”, “no me acuerdo de nada”, “que cansancio”, “me la paso con hambre”, “no me alcanza la plata”, “mi esposa no me respeta”, “me duele la espalda”, “sufro del corazón”, etc. Sean los que sean los pensamientos que no te gustaría tener en tu futuro, hazte muy consciente de ellos. Date cuenta cada vez que tengas uno de ellos y que nunca pasen desapercibidos. Obsérvalos y, al observarlos (en vez de simplemente pensarlos), tu cerebro para de andar en piloto automático y empiezas tú a tomar las riendas de tu mente.   

Un segundo paso es concretar qué pensamientos quieres tener en tu futuro ser y cómo te gustaría que fuera tu realidad personal. Por ejemplo, “yo soy fuerte”, “amo estar con mis hijos”, “me encanta como se me veo en ropa interior”, “a mi nunca me duele nada”, “amo las mañanas, sobretodo las de los lunes”, etc. Piensa muy bien y sé honesto y claro. Lista estos pensamientos, y así que los vas pensando imagínate en esa situación. Esta es la clave. El sentirse como si esa realidad ya estuviera pasando es el atajo y donde la “magia” comienza. El pensamiento lo empezamos a manipular conscientemente para sentirlo, para vivirlo. Un pensamiento nuevo, solo, se pierde fácilmente, pero cuando hacemos el esfuerzo de obligar a nuestro cuerpo a SENTIR, estamos ya manipulando nuestra biología y logrando activar nuevas redes neuronales y cascadas hormonales. Esto es lo que la ciencia ya ha demostrado una y otra vez. Por medio de este ejercicio, se han registrado cánceres en remisión, abandonos de sillas de ruedas, desapariciones instantáneas de alergias y mucho más. Claro, constancia y convicción son clave, y ya existen varios tipos de meditación que nos enseñan a hacer estas practicas mas efectivas, sobretodo si son hechas diariamente.  

Ahora date unos momentos para asimilar esta información. El siguiente ejercicio es de mucha introspectiva. Siéntate, idealmente solo o sola, y escribe en un cuaderno todos los pensamientos que no quieras tener más, y todos los pensamientos que sí quieras tener de ahora en adelante. La simple acción de tomar notas de estos pensamientos te hará mucho más consciente de ellos, lo que te permitirá convertirte más rápido en la persona que quieres ser.

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